Salvador Zamora, catedrático de Fisiología de la Universidad de Murcia, comenta que «la alimentación cobra una importancia especial en el caso de los menores porque a esas edades se consolida el crecimiento y la mayor parte de las funciones fisológicas terminan de madurar para llegar a la edad adulta. Para conseguir un desarrollo adecuado es necesario que los hábitos de vida de los adolescentes sean saludables y se basen en una alimentación equilibrada y una actividad física compatible».
Según aclara Zamora, «los malos hábitos alimenticios y el sedentarismo son los culpables de que el 21% de los jóvenes murcianos padezcan hipertensión, colesterol, sobrepeso y obesidad, y el 0,5% puede llegar a tener todas estas patologías a la vez».
El especialista advierte de que «el sobrepeso y la obesidad en la edad infantil producen alteraciones metabólicas que pueden desembocar el problemas mucho más graves en la etapa adulta. La situación es muy preocupante porque, hasta hace bien poco, patologías como la alteración de la glucemia, la insulina o la tensión no se habían detectado en individuos tan jóvenes y sólo se desarrollaban en personas mayores, y en los años sesenta sólo se daban en ancianos».
Para Zamora, es fundamental la colaboración conjunta de padres, maestros, medios de comunicación y políticos para plantarle cara al problema. «Pero la responsabilidad primera recae sobre las familias, que son las que deben imponer dietas basadas en verduras, frutas y pescado. También es importante que los adolescentes practiquen algún tipo de actividad física. Si la juventud sigue enganchada al ordenador, la consola y la televisión, en poco tiempo nos enfrentaremos a una epidemia de obesidad y trastornos metabólicos».
Según el catedrático, el sedentarismo puede convertirse en una de las epidemias más graves de los próximos diez años: «En los setenta la obesidad se consideraba un síntoma de bienestar, y costó mucho trabajo tipificarla como enfermedad, pero hoy en día ya nadie lo pone en duda, y con el sedentarismo ocurrirá lo mismo. La inactividad física es el caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, y el 50% de los adolescentes ya presenta este tipo de patologías, con una incidencia algo mayor en las niñas».
Zamora indica que «estamos hablando de una alteración del comportamiento, y si la tendencia se mantiene como hasta ahora, con más del 40% de sobrepeso y un 16% de obesidad, en pocos años las cifras se duplicarán. Estos problemas de comportamiento en los jóvenes se están reflejando en conductas anómalas en el sueño, los estudios o la diversión».
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